"Introducción al Crecimiento Económico" de Charles I. Jones.
El examen moderno de esta pregunta por parte de los macroeconomistas se produce en la década de 1950, por la publicación de dos ensayos famosos de Robert Solow, del Massachusetts Institute of Technology. Las teorías de Solow ayudaron a aclarar el papel de la acumulación del capital físico e insistieron en la importancia del progreso tecnológico como la fuerza impulsora definitiva detrás del crecimiento económico sostenido. Durante la década de 1960 y en un grado menor en la de 1970, floreció el trabajo sobre el crecimiento económico. Sin embargo, por razones de metodología, se aplazaron aspectos importantes de la exploración teórica del cambio tecnológico.
A principios de la década de 1980, el trabajo realizado en la Universidad de Chicago por Paul Romer y Robert Lucas despertó un nuevo interés de los macroeconomistas por el crecimiento económico, insistiendo en la economía de "ideas" y del capital humano. Aprovechando los nuevos desarrollos en la teoría de la competencia imperfecta, Romer presentó a los macroeconomistas la economía de la tecnología. Siguiendo estos avances teóricos, surgió el trabajo empírico de varios economistas, como por ejemplo Robert Barro de la Universidad de Harvard, para cuantificar y probar las teorías del crecimiento. En la década de 1990 continuó con enorme interés profesional el trabajo tanto teórico como empírico.
Antes de presentar el modelo de Solow vale la pena retroceder para examinar exactamente qué es un modelo y para qué sirve. En la economía moderna, un modelo es la representación matemática de algún aspecto de la economía. Lo más fácil es pensar en los modelos como economías de juguete, pobladas por robots, y especificamos con exactitud cómo se comportan los robots, lo cual por lo común consiste en maximizar su propia utilidad. También se especifican las restricciones a las que se enfrentan los robots en la búsqueda de maximizar su utilidad. Por ejemplo, los robots que habitan nuestra economía quizá quieran consumir toda la producción que sea posible, pero están limitados por la cantidad de producción que pueden elaborar dadas las técnicas a su disposición. Con frecuencia, los mejores modelos son muy sencillos, pero transmiten un gran discernimiento sobre cómo funciona el mundo. Examínese el marco de la oferta y la demanda en la microeconomía. Esta herramienta básica tiene una notable eficacia para predecir cómo responderán a cambios en el ambiente económico los precios y las cantidades de bienes tan diversos como la atención a la salud, las computadoras y las armas nucleares.
